lunes, 1 de marzo de 2010

sin nombre.

Aquella noche estaba muy clara, la luna nos iluminaba, con mis amigos estábamos a las alturas de una cordillera, acampando. Mientras dormíamos algo nos remeció, el suelo se nos movía, y entre sueño y realidad sentíamos que temblaba, nos asustamos. Después de unas horas, supimos que no había sido simplemente un temblor, algo peor venia desde las profundidades de nuestra tierra, era un terremoto que sucumbió nuestra cuidad, sin comunicación, en medio de la anda nos quedamos, la noche se hizo oscura gracias a la tierra que caía por los cerros. Desesperados al otro día ordenamos nuestras cosas y nos fuimos, preocupaos por nuestros familiares y seres queridos. Llegamos a la orilla de un embalse, no lo podíamos creer, el camino estaba cortado, lleno de rocas y hoyos por todas partes, no podíamos bajar, solo nos quedaba esperar.

Al día siguiente, estábamos preocupados, no teníamos comunicación y llenos de tierra por todas partes. No podíamos asimilar lo ocurrido. Al otro día las grúas limpiaron el camino, pudimos bajar, nos sabíamos de nuestras familias, hasta llegar en un lugar donde supimos que estaban todos bien, aun que mi país era un desastre, parecía un sueño o más bien una película. Espero que el fin sea bueno.

El único contento con todo esto debe ser ella, la tierra, necesitaba un suspiro, necesitábamos un llamado de atención, una alerta presente diciéndonos "Estoy presente, no se olviden de mí".

1 comentario:

Diego Valenzuela dijo...

Los unicos extraños; nosotros.

No sé. 33°

Me duele la cabeza.