domingo, 27 de febrero de 2011

Mirar el cielo.

Cuando no hay nada que hacer, suelo acostarme en mi cama, al igual que un perro que se acuesta en el cesped de una plaza. Suelo mirar el cielo de mi habitación, pensando y soñando que no tengo responsabilidades en la esta vida y que mañana no me tendré que levantar temprano para iniciar un día cualquiera. Un día más de esta inexplorada vida. El crecer me entusiasma, pero a la vez me atemoriza por no saber lo que se avecina. Tengo ese sentimiento de extrañar, de no saber si estoy haciendo las cosas correcta o de que si simplemente podré seguir con esto.

Pensar que cada día gran parte del año, y cuando digo gran parte del año, son 40 semanas, donde me tendré que levantar temprano y hacer el mismo recorrido mañana, tras mañana. He estado años esperando este momento, el momento de ir hacia el cerro y alimentar la mente. Qué me deparará el futuro?. No sé si retroceder con un buen libro. (A mi parecer) o seguir hacia adelante e introducirme a la enviciante rueda de la vida y seguir con la sociedad, al igual que todos, sí.

Quién me podría dar alas para volar, para ver desde lo alto. Para verte, sin encontrarte ni conocerte.